miércoles, 7 de noviembre de 2018

LOS RETOS DEL COMERCIO INTERNACIONAL PARA AMÉRICA LATINA


Por Deiby Andrés Ramírez Vanegas / BOGOTÁ
Asesor de Comunicaciones y Prensa
Federación Latinoamericana de Bancos FELABAN

El comercio internacional es una variable que aún luce rezagada en América Latina. Si bien la apertura comercial y la liberalización arancelaria de principios de los años noventa llevó a la región a incrementar los niveles de comercio cercanos al 43% del producto regional en 2016 (en 1960 dicho indicador era del 23%), dicho registro aún es insuficiente para generar una oferta exportable de valor, diversificada, con menos dependencia de los precios de los bienes básicos, y con capacidad de generar encadenamientos productivos que aumenten el ingreso per cápita.
La región tiene aún un amplio camino por recorrer para lograr un aumento de su participación en el comercio mundial. Por un lado, está la diversificación de socios comerciales. La región abre puertas a través de tratados de libre comercio (TLC) con Estados Unidos, China, la Unión Europea, Japón, y países asiáticos en general. Sin embargo, lo hace más de manera unilateral que usando los bloques comerciales existentes.  China con el llamado “Belt Road” ha hecho un llamado a la región a profundizar los vínculos, mientras que los miembros del TPP (Transpacific Partnership) abre una puerta para que más países se vinculen a este acuerdo de colosales proporciones económicas.
Por otro lado, está el reto de aumentar el comercio intra-regional. Según cálculos de la CEPAL (Comisión Económica para América Latina y el Caribe), éste llegaría a ser tan solo el 16.8% del comercio total, mientras que en Europa se registra el 62% y en Asía el 50%.
Es aquí donde aparecen dificultades de orden estructural que conllevan mucha voluntad de las autoridades nacionales en materia económica y comercial. Pese a que se habla de integración económica y comercial desde los tiempos de la guerra de independencia, hoy la región tiene 44 tratados bilaterales entre Centroamérica y los países de Sudamérica; éstos tienen un alcance limitado en cuanto los bienes y servicios que son objeto de comercio. Además, cada uno de los acuerdos tiene sus propias reglas de origen y según el BID se contabilizan al menos 47 reglas de origen, lo cual hace que exportar o importar bienes en la región sea un verdadero rompecabezas. Según el Instituto Brookings, muchos de dichos tratados firmados en diferentes momentos del tiempo se traslapan unos a otros creando aún más complejidades para el comercio.
Otro factor que juega en contra del comercio internacional en América Latina tiene que ver con las barreras de comercio no arancelarias o barreras técnicas, sanitarias o fitosanitarias. Según un trabajo del Fondo Monetario Internacional, un país como Brasil tiene 1800 medidas no arancelarias, lo cual en la práctica se convierte una barrera al comercio.
Otro aspecto tiene que ver con los aspectos logísticos que se asocian con el manejo de las aduanas. De acuerdo con el World Economic Forum, la capacidad de las aduanas y la logística en la región son muy limitadas, poco eficientes, susceptibles frente a la corrupción y necesitan aumentar su transparencia.
Caso particular lleva el comentar la ausencia de infraestructura física de transporte que permite la circulación de mercancías. Una mayor existencia de medios y modos de transporte genera un incentivo para el comercio. Sin embargo, en la región la velocidad promedio de transporte en Centroamérica es de 11 kilómetros por hora, y el costo del viaje entre la región noroccidental de Argentina y la costa puede ser dos veces que el costo del embarque al continente asiático.
Trayendo a colación al Nobel de Economía Edward Prescott, el comercio puede constituirse en una forma de incentivar la competitividad. Temas como los trámites, el transporte, la logística y las barreras no arancelarias son temas en los que la región puede avanzar para facilitar el comercio entre la región y promover las exportaciones. Hoy de acuerdo con la Organización Mundial del Comercio, los costos asociados a factores como los anteriormente señalados en Latinoamérica pueden ser el doble de aquellos pagados en Estados Unidos, y cerca del 50% superiores a aquellos del Medio Oriente.
Estas tareas en la región aún están pendientes de revisar, y son necesarias para crecer más y generar más oportunidades de ingreso.
Con el fin de superar estos escollos las autoridades nacionales pueden emprender procesos de armonización de sus acuerdos bilaterales de comercio, así como la renegociación y modernización de tratados multilaterales. Igualmente, un fortalecimiento de la institucionalidad de las entidades aduaneras con mayor transparencia, gobernabilidad y generación de información al público mejorarían el acceso a los mercados. Por supuesto, es necesario que se implementen sistemas nacionales de ciencia y tecnología que promuevan la investigación científica que de paso a la creación de nuevos productos, innovación y generación de industrias donde se creen productos con alto valor agregado, posibilidades de encadenamiento productivo y conocimiento en la punta del saber.
Por último, la política de invertir en infraestructura física, aeropuertos, puertos, carreteras, pasos transfronterizos de calidad abrirían las posibilidades del flujo de mercancías a lo largo de la región incrementado las posibilidades de ventas e intercambio para los empresarios.

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