ANALOGÍA
EMPRESARIAL: UN ESTADO EFICIENTE
En
el artículo original, comparé al Perú con una megaempresa de servicios que
carece de una visión clara, objetivos estratégicos y una estructura
organizacional eficiente. Señalé que el Estado peruano gasta más de lo que
recauda, destina una porción mínima de su presupuesto a inversiones y enfrenta
brechas críticas en educación, salud, seguridad e infraestructura. Además,
destacaba la baja competitividad del país en rankings internacionales, como el
World Economic Forum, que ubicaba al Perú en los últimos lugares en aspectos
como confianza en los políticos, eficiencia legislativa y reducción de la
pobreza.
Las
cifras han cambiado, pero los problemas persisten. El gasto público sigue
siendo ineficiente, la corrupción sigue minando la confianza en las
instituciones y las reformas estructurales siguen siendo una deuda pendiente.
La pregunta que planteé en 2005 sigue más vigente que nunca: ¿cómo podemos
transformar el Estado para que sea más eficiente, menos burocrático y más
aliado del sector privado?
LECCIONES
GLOBALES: ESFUERZO DE OTROS PAÍSES
En
los últimos años, varios países han implementado estrategias innovadoras para
mejorar la eficiencia de sus gobiernos, aplicando principios de gestión
empresarial. Estados Unidos, bajo la administración de Donald Trump, lanzó el
programa Delivering Government Solutions in the 21st Century: Reform Plan and
Reorganization Recommendations (DOGE), que busca modernizar y simplificar la
estructura federal, reducir la burocracia y mejorar la prestación de servicios
públicos. Su enfoque en la eficiencia y la rendición de cuentas está marcando
un precedente.
Singapur
también es un referente en excelencia en la gestión pública. El país ha
adoptado prácticas empresariales en su administración pública, centrándose en
la planificación estratégica, la meritocracia y la innovación tecnológica.
Dentro de sus logros clave se pueden destacar: La implementación de sistemas de
evaluación del desempeño para funcionarios públicos, basados en métricas claras
y objetivos medibles; el uso de inteligencia artificial y big data para mejorar
la toma de decisiones y la prestación de servicios; y los programas de
capacitación continua para funcionarios, asegurando que estén al día con las
mejores prácticas internacionales.
En
América Latina, países como Argentina y El Salvador también han emprendido
reformas audaces. Javier Milei, en Argentina, ha propuesto reducir el tamaño
del Estado, eliminar ministerios y privatizar empresas públicas para aliviar la
carga fiscal y fomentar la inversión privada. Por su parte, Nayib Bukele en El
Salvador ha implementado medidas drásticas para combatir la corrupción y
mejorar la eficiencia del gobierno.
Estos
ejemplos demuestran que, si bien no existe una fórmula única para reformar el
Estado, hay principios comunes que pueden guiar estos esfuerzos: la
simplificación de procesos, la reducción de la burocracia, la promoción de la
transparencia y la adopción de prácticas empresariales. El Perú tiene la
oportunidad de aprender de estas experiencias y aplicar reformas que permitan
construir un Estado más eficiente, moderno y al servicio de los ciudadanos. La
clave está en la voluntad política, la planificación estratégica y la
colaboración entre el sector público y privado. Como muy bien decía Albert
Einstein: “Hay una fuerza motriz más
poderosa que el vapor, la electricidad y la energía atómica: la voluntad”.
URGENCIA
DE UNA REFORMA ESTRUCTURAL
El
Perú no puede seguir postergando las reformas que necesita. Como señalé en
2005, se requiere una “reingeniería profunda” del Estado que incluya:
·
Un Plan Estratégico de Desarrollo:
Definir una visión clara y objetivos a mediano y largo plazo que guíen las
políticas públicas.
·
Profesionalización del servicio civil:
Eliminar los cargos de confianza y promover la meritocracia en la
administración pública.
·
Reforma tributaria: Simplificar el
sistema impositivo y promover la inversión privada.
·
Reestructuración del gasto público:
Aumentar la inversión en infraestructura y reducir el gasto corriente.
·
Estabilidad jurídica: Evitar cambios
constantes en las reglas de juego que desalientan la inversión.
·
Lucha contra la corrupción: Fortalecer
las instituciones y garantizar la rendición de cuentas.
CONCLUSIÓN:
UN LLAMADO A LA ACCIÓN
En
vísperas de un nuevo periodo electoral en el Perú, es crucial que los
candidatos y la ciudadanía prioricen la reforma del Estado. No podemos permitir
que pasen otros 20 años, yo diría ni siquiera 5 años, sin avances
significativos. Como señalé en 2005, el Estado no puede reformarse a sí mismo
debido a los intereses en conflicto que lo atraviesan. Se necesita un ente
independiente, con reconocimiento y respeto popular, que lidere este proceso
con metas claras y plazos definidos.
El
Perú tiene el potencial para convertirse en un país próspero y competitivo,
pero para ello necesita un Estado eficiente, transparente y aliado del sector
privado. La analogía empresarial sigue siendo válida: si el Perú fuera una
empresa, sus accionistas (los ciudadanos) exigirían resultados concretos. Es
hora de que los gobernantes escuchen este llamado y actúen en consecuencia. El
futuro del país depende de ello.
Soy
de quienes piensan que dos atributos garantizan Estados exitosos: a) tener
instituciones que son respetadas por sus ciudadanos, y b) ser lo
suficientemente hábiles para asimilar en su organización y funciones prácticas
probadamente exitosas en el sector privado.
A
continuación, una transcripción del artículo original publicado en el Diario
Gestión (05.08.2005), al cual se podrá acceder a través del siguiente link: https://publuu.com/flip-book/840796/1846332
(En
color NEGRITA figuran como una variante las cifras actualizadas).
REFORMA
DEL ESTADO: ¿Y SI EL PERÚ FUERA COMO UNA EMPRESA?
Para
graficar la importancia de realizar la Reforma del Estado quiero invitarlos a
reflexionar sobre la siguiente analogía:
Imaginémonos
asistir a la Junta Anual de Accionistas de una Megaempresa de Servicios que se
llama “Perú” como accionistas y escuchar al presidente de la Empresa realizar
la siguiente presentación:
Señores
Accionistas nuestra empresa carece aún de Visión, Misión y Objetivos que hayan
permitido desarrollar un Plan Estratégico de Desarrollo de Mediano y Largo
Plazo. Sólo tenemos políticas sectoriales aisladas, una organización de 2.3 millones de
empleados y pensionistas, y lineamientos generales de Políticas de Estado
planteados en el Acuerdo Nacional.
Nuestro
patrón de operaciones y decisiones es de corto plazo resolviendo el día a día
con poca coordinación entre las distintas Divisiones principales de la Empresa:
Legislativa, Ejecutiva y Judicial.
Respecto
de nuestra situación y sostenibilidad económica, nuestros gastos anuales
ascienden a S/ 250,000 millones, que para poderlos cubrir necesitamos
anualmente endeudarnos con aproximadamente el 12.5% de esa suma, o sea cerca de S/ 31,000
millones. Nuestros gastos corrientes consumen el 63.6% del total, los gastos financieros el 10.9% y sólo nos queda el 25.5% para inversiones. Para realizar nuestras operaciones
en el 2025 tendremos que endeudarnos por US$ 12,619 millones y por deuda contraída antigua pagaremos US$
7,429 millones, situación que se deteriorará
a partir del 2026, y más aun a partir del 2030.
En
cuanto a los niveles de cobertura en nuestros servicios estrella, la situación
es en extremo complicada. En servicios Educativos nos califican en los últimos
lugares en calidad educativa. Los servicios de Salud son deficientes y no
llegan a vastos sectores de la población, hay una sensación generalizada de
inseguridad y en lo relativo a infraestructura, tenemos una brecha de inversión
en transportes, saneamiento, electricidad y telecomunicaciones cercana a los US$
150 mil millones (54% del PBI)
Tenemos
fuertes deficiencias en otros factores de Competitividad que afectan producción
y servicios. El World Economic Forum en su último Informe ubica al Perú en el puesto
65 de una muestra de 141 países,
otorgándonos los últimos lugares en aspectos como: confianza del público en sus
políticos, diferencias de calidad de entorno para negocios regionales, créditos
tributarios a las empresas para investigación y desarrollo, eficiencia
legislativa, carga pesada de las regulaciones del gobierno, excesivo sector
informal, ineficiencia del gobierno para reducir la pobreza y la desigualdad,
carencia de esfuerzos organizados para mejorar la competitividad, ineficiente
desarrollo de infraestructura física, gastos de gobierno deficientes y falta de
competitividad tributaria con una de las tasas de impuestos más altas que
afectan a la actividad empresarial.
Como
conclusión, tenemos una organización excesivamente costosa e ineficiente en la
cobertura y prestación de servicios, desbalance que no se arregla con
maquillajes simples de reestructuración o reorganización, sino con una
“reingeniería profunda” de Reforma del Estado que logre lo siguiente:
A. Definir
nuestra Visión, Misión y Objetivos a través de un Plan Estratégico de
Desarrollo de Mediano y Largo Plazo que defina además el Rol de un Estado más
eficiente que podamos pagar los peruanos y sin excesivas regulaciones.
B. Que
los funcionarios sean de carrera, sin cargos políticos de “confianza” y que
resuelvan situaciones directamente en base a su preparación y formación
profesional o técnica.
C. Los
altos funcionarios deberán exhibir trayectoria y especialización en su campo y
eliminarse excesivos cargos de costosos asesores que no participan en gestión
de ejecución.
D. Reforzar
el respeto interno y externo a la institucionalidad y al principio de
autoridad.
E. Una
Reforma Educativa basada en la capacitación para mejorar la calidad de los
docentes y de los programas educativos.
F. Una
Reforma Tributaria simple y que promocione el desarrollo más que efectos
puramente fiscales recaudadores, policiacos y que sea permanente en el tiempo.
G. En
un país en el cual falta el empleo formal, que éste se flexibilice y promueva
eliminando sobrecostos para hacer más económico el puesto formal de trabajo y
más competitivo internacionalmente.
H. Reestructurar
el Gasto Público. No más del 53% del Presupuesto se emplee en gasto corriente y
no menos del 22% en inversión en infraestructura para el desarrollo.
I. Mantener
una estabilidad jurídica. No podemos estar permanentemente proponiendo cambiar
la Constitución y las leyes.
J. Continuar
la lucha anticorrupción, pero en las páginas policiales, lugar donde
corresponde. Hay temas más importantes, relevantes y urgentes en la Agenda
Nacional.
K. El
Estado reformado debe cambiar su Visión respecto a la actividad privada
mirándola como un formidable aliado para avanzar contra la marginación, el
atraso, la pobreza y que además es el gran proveedor de rentas que el Estado
necesita para efectuar sus servicios.
El
eje fundamental de la Reforma del Estado es mejorar la calidad y efectividad
del gasto con refuerzo institucional y mayor presencia efectiva en las
distintas zonas del territorio nacional.
En
suma, un Estado más simple, más promotor, con mayor eficiencia y dinamismo,
menos costoso y burocrático y aliado al sector privado.
La
gran pregunta es: ¿Quién puede reformar el Estado?
La
respuesta es que no lo puede hacer el Estado mismo porque existen demasiados
intereses en conflicto de quienes ejercen función pública para que acepten
autorreformarse. Este proceso debe ser tercerizado en un ente que reciba el
mandato y aceptación popular para que pueda efectuar esta tarea con metas
claras y en un plazo definido.
Dr. Ing. Raúl Delgado Sayán
UNI 1966. CIP 9927
Presidente Directorio CESEL S.A.
Miembro Director
Emeritus del External Advisory Board
Civil and
Environmental Engineering
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