LIMA / Por César Sánchez Martínez
Si
se trata de un medio de comunicación, la crisis impacta negativamente en la
institución y crea una situación peligrosa, aunque debemos afirmar que no todas
las crisis son dañinas, pero si no se saben manejar adecuadamente, provocarán
siniestros con pérdidas económicas en la organización.
Los
medios de comunicación son excelentes vehículos que pueden conducir a al éxito
o fracaso de una persona o institución, según sea el caso, pero eso no
significa que el éxito está garantizado ante la crisis que se ha presentado.
Ahora con la transformación digital en auge, fácil es crean “líderes de
opinión” y cualquier persona se convierte en “comunicador social”,
contribuyendo con la difusión de un hecho noticioso, creando falsos valores, o
simplemente, promocionando un producto, servicio o la imagen de alguna persona.
Mediante los medios, básicamente digitales, se persuade o se manipula. No
olvidemos que un gran porcentaje de noticias que circulan en las redes
sociales, son falsas. Las llamadas “fake news” son mentiras, infundios o
calumnias. Con programas de inteligencia artificial se clonan audios e imágenes
de respetables líderes de opinión con la finalidad de dañar o sacar ventajas
económicas.
Una
de las crisis más difíciles que se debe afrontar es aquella que afecta a la
reputación de una organización o imagen personal, porque afecta directamente el
buen desempeño organizacional y al testimonio personal. Construir la confianza
demanda tiempo y esfuerzo, pero destruirla sólo se requiere algunos segundos.
La buena reputación se logra en el tiempo y cuesta mucho trabajo, pero impactar
negativamente en la reputación, sólo se requiere algunos minutos, o quizá
segundos.
Las
crisis financieras se pueden solucionar con nuevas inyecciones de dinero, las
de gestión con la contratación de especialistas, las crediticias con mejores
estratégicas de crédito, las materiales con la compra de nuevos insumos, pero
las de reputación es más compleja resolverlas en el corto plazo.
BUEN MANEJO
Cuando
se presenta una crisis, ésta debe ser manejada por personas entrenadas con
experiencia y conocimiento, pero siempre será un trabajo de toda la
organización. Es decir, de todos los colaboradores.
Sin
embargo, la mejor gestión de crisis es aquella donde se puede detectar a tiempo
los riesgos que tiene una organización.
Escribo
algunos ejemplos. En las instituciones financieras, especialmente aquellas
vinculadas con las microfinanzas o el cooperativismo existe una alta rotación
del personal. Gente que va y viene, generando la consecuente pérdida de
cartera. Esta situación las observo también en las empresas de alquiler de
vehículos, hotelería, restaurantes y otras actividades de servicio. Los
trabajadores se retiran de un negocio llevándose parte de la cartera de
clientes, y harán lo propio cuando se vayan de allí.
¿Pero
qué sucede en los medios de comunicación? En principio, ahora con la
digitalización y el avance tecnológico, cualquier persona se transforma en
“comunicador” o “periodista”. No hay tratamiento de la noticia, ni deontología
alguna. Se violan principios éticos y hasta se perjudica a personas. Pero la
diferencia deben hacerlo los propios comunicadores sociales. Es decir, también
se puede usar las redes sociales o medios virtuales, pero con el tratamiento
adecuado. Debe existir una diferencia entre un hecho noticioso de cualquier
persona y la difusión del mismo hecho por un profesional de la comunicación
social. La Constitución Política garantiza la libertad de opinión o expresión,
pero los comunicadores deben hacerlo con pedagogía, historia, respeto y
convicciones éticas.
Pero
la ética está vinculada a principios y valores. Nadie puede dar algo que no
tiene, Cada comunicador social o periodista proyecta una imagen que valida sus
hechos. Debe tener una buena reputación, Un profesional puede tener amplios
conocimientos académicos y mucha experiencia, pero carecer de un buen
testimonio que valide sus palabras o hechos. En el mundo reputacional existe
una frase que dice: “Tus hechos hablan tan fuerte que no permiten que escuche
lo que dicen tus palabras”. La buena reputación en los medios de comunicación
empieza en las vidas de los colaboradores (comunicadores y periodistas).
Es
un craso error dejar todo el problema para que el área de Comunicación Social o
Asuntos Corporativos (Imagen Institucional, Reputación, Prensa, Relaciones
Públicas, Márketing, Protocolo, etc.) o “Grupo Especial” resuelva el problema.
Al igual que Defensa Civil, el cuidado de la reputación organizacional es
tarea de todos.
Pero
¿qué pasa si la institución es pequeña y no hay fondos para tener una Oficina
de Comunicaciones? Alguien debe asumir
esa tarea. Probablemente, la persona más prudente y sabia de la organización, o
se puede recurrir al servicio de asesores externos.
Es
verdad que un comunicador social posee las herramientas para saber identificar
los riesgos y manejarlos adecuadamente, pero también existen otros
profesionales que por su experiencia y manejo de gestión pueden realizar un
trabajo eficiente. Al final, de lo que se trata es que todos aporten ideas para
encontrar las soluciones al problema.

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