Por Deiby Andrés Ramírez Vanegas / BOGOTÁ
Asesor de Comunicaciones y Prensa
Asesor de Comunicaciones y Prensa
Federación Latinoamericana
de Bancos FELABAN
El
comercio internacional es una variable que aún luce rezagada en América Latina.
Si bien la apertura comercial y la liberalización arancelaria de principios de
los años noventa llevó a la región a incrementar los niveles de comercio
cercanos al 43% del producto regional en 2016 (en 1960 dicho indicador era del
23%), dicho registro aún es insuficiente para generar una oferta exportable de
valor, diversificada, con menos dependencia de los precios de los bienes
básicos, y con capacidad de generar encadenamientos productivos que aumenten el
ingreso per cápita.
La
región tiene aún un amplio camino por recorrer para lograr un aumento de su
participación en el comercio mundial. Por un lado, está la diversificación de
socios comerciales. La región abre puertas a través de tratados de libre
comercio (TLC) con Estados Unidos, China, la Unión Europea, Japón, y países
asiáticos en general. Sin embargo, lo hace más de manera unilateral que usando
los bloques comerciales existentes. China con el llamado “Belt Road”
ha hecho un llamado a la región a profundizar los vínculos, mientras que los
miembros del TPP (Transpacific Partnership) abre una puerta para que más
países se vinculen a este acuerdo de colosales proporciones económicas.
Por
otro lado, está el reto de aumentar el comercio intra-regional. Según cálculos
de la CEPAL (Comisión Económica para América Latina y el Caribe), éste llegaría
a ser tan solo el 16.8% del comercio total, mientras que en Europa se registra
el 62% y en Asía el 50%.
Es
aquí donde aparecen dificultades de orden estructural que conllevan mucha
voluntad de las autoridades nacionales en materia económica y comercial. Pese a
que se habla de integración económica y comercial desde los tiempos de la
guerra de independencia, hoy la región tiene 44 tratados bilaterales entre
Centroamérica y los países de Sudamérica; éstos tienen un alcance limitado en
cuanto los bienes y servicios que son objeto de comercio. Además, cada uno de
los acuerdos tiene sus propias reglas de origen y según el BID se contabilizan
al menos 47 reglas de origen, lo cual hace que exportar o importar bienes en la
región sea un verdadero rompecabezas. Según el Instituto Brookings, muchos de
dichos tratados firmados en diferentes momentos del tiempo se traslapan unos a
otros creando aún más complejidades para el comercio.
Otro
factor que juega en contra del comercio internacional en América Latina tiene
que ver con las barreras de comercio no arancelarias o barreras técnicas,
sanitarias o fitosanitarias. Según un trabajo del Fondo Monetario Internacional, un país como
Brasil tiene 1800 medidas no arancelarias, lo cual en la práctica se convierte
una barrera al comercio.
Otro
aspecto tiene que ver con los aspectos logísticos que se asocian con el manejo
de las aduanas. De acuerdo con el World Economic Forum, la
capacidad de las aduanas y la logística en la región son muy limitadas, poco
eficientes, susceptibles frente a la corrupción y necesitan aumentar su
transparencia.
Caso
particular lleva el comentar la ausencia de infraestructura física de
transporte que permite la circulación de mercancías. Una mayor existencia de
medios y modos de transporte genera un incentivo para el comercio. Sin embargo,
en la región la velocidad promedio de transporte en Centroamérica es de 11 kilómetros
por hora, y el costo del viaje entre la región noroccidental de Argentina y la
costa puede ser dos veces que el costo del embarque al continente asiático.
Trayendo
a colación al Nobel de Economía Edward Prescott, el comercio puede constituirse
en una forma de incentivar la competitividad. Temas como los trámites, el
transporte, la logística y las barreras no arancelarias son temas en los que la
región puede avanzar para facilitar el comercio entre la región y promover las
exportaciones. Hoy de acuerdo con la Organización Mundial del Comercio, los
costos asociados a factores como los anteriormente señalados en Latinoamérica
pueden ser el doble de aquellos pagados en Estados Unidos, y cerca del 50%
superiores a aquellos del Medio Oriente.
Estas
tareas en la región aún están pendientes de revisar, y son necesarias para
crecer más y generar más oportunidades de ingreso.
Con
el fin de superar estos escollos las autoridades nacionales pueden emprender
procesos de armonización de sus acuerdos bilaterales de comercio, así como la
renegociación y modernización de tratados multilaterales. Igualmente, un
fortalecimiento de la institucionalidad de las entidades aduaneras con mayor
transparencia, gobernabilidad y generación de información al público mejorarían
el acceso a los mercados. Por supuesto, es necesario que se implementen
sistemas nacionales de ciencia y tecnología que promuevan la investigación
científica que de paso a la creación de nuevos productos, innovación y
generación de industrias donde se creen productos con alto valor agregado,
posibilidades de encadenamiento productivo y conocimiento en la punta del
saber.
Por
último, la política de invertir en infraestructura física, aeropuertos,
puertos, carreteras, pasos transfronterizos de calidad abrirían las
posibilidades del flujo de mercancías a lo largo de la región incrementado las
posibilidades de ventas e intercambio para los empresarios.
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